La obediencia a Dios brota de la confianza y del amor. La obediencia invita a Dios a nuestra vida y liderazgo y abre la puerta para que Dios trabaje a través de nosotros. Permite a Dios mostrar al mundo quién es y cómo trabaja. Los obstáculos del miedo y el orgullo nos impiden tomar a Dios en Su palabra y hacer lo que nos dice que hagamos. Limitan la capacidad de Dios de usarnos para lograr Su voluntad. Quiero que entiendas claramente, nada limita a Dios, mi incredulidad no permite que el propósito de Dios se cumpla en mi vida. La humildad reconoce que no lo sabemos todo y que Dios podría tener una idea mejor que nosotros. La confianza en quién es Dios nos recuerda que es digno de confianza y nos da el valor de hacer lo que dice que hagamos. Jesús conocía la alegría de obedecer a Dios. ¿Y tú? “Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama, mi palabra guardará. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escuchan no es mía sino del Padre que me envió.” Juan 14:23-24 Oración: Dios, llévame a confiar de todo corazón, obedecerte y servirte hoy. En el nombre de Jesús, amén.
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Desde el escritorio del Pastor Miranda
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